jueves, 31 de diciembre de 2020

CAPÍTULO 2

 


Londres, diez años antes, el principio de la actuación


—¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te quiero! Por favor, ¡no me dejes…!


—¡Corten! —exclamó el joven e irascible pelirrojo desde detrás de la cámara mientras, para fastidio de todos, volvía a intentar cambiar el guion.


—¿Se puede saber qué pasa ahora, Gustavo? ¿Se trata de la iluminación otra vez? ¿O quizá del vestuario? ¿O es que tienes hambre de nuevo? — inquirió Pedro Alfonso con exasperación mientras maldecía interiormente el momento en el que se le había ocurrido pedir ayuda a su amigo para realizar ese trabajo de último año en la universidad.


—No me convencen esos «te quiero». Lo dices con demasiada facilidad, sin sentimiento ni pasión algunos… Se nota que son más falsos que los tréboles de dos hojas.


—¡Ah! Pues si no te convence mi actuación, ¿por qué no vienes aquí y me enseñas cómo hacerlo? —replicó Pedro, bastante molesto por las críticas.


—Yo no soy actor, sólo guionista. Además, no se me ocurre ninguna buena razón para dedicarle esas palabras a Bibiana… A no ser, claro está, que haga como tú y se lo diga a sus tetas en vez de a su cara —respondió Gustavo, logrando hacer que su actriz principal renunciara. Otra vez.


—¡Maldita sea! ¿Podrías dejar de espantar a todas las mujeres? Nos estamos quedando sin actrices, y tú con faldas no serías muy convincente que digamos para adoptar el papel protagonista, así que quédate calladito, que estás más guapo.


—Pero yo soy el guionista y director, así que no puedo evitar protestar cuando veo algo que no me gusta.


—Gustavo, seamos realistas: ¡a ti no te gusta nada! ¿Me quieres explicar qué es lo que quieres ver frente a la cámara?


—Sinceridad.


—Soy actor: miento continuamente delante de la cámara, Gustavo.


—Sí, pero cada vez que te confiesas ante ella pareces más falso que nunca. Y con las chicas tan llamativas que has elegido, aún más.


—Vale. ¿Y cuál, según tú, sería la persona perfecta para interpretar ese papel?


—Veamos… —comenzó a meditar el molesto pelirrojo, haciendo que Pedro empezara a temblar al verlo concentrándose en su trabajo, para variar—. Ésa tiene cuerpo de estríper; ésa, cara de viciosa; ésa, de amargada; ésa, de cachonda, y ésa, de troll —fue diciendo a medida que señalaba una a una a las compañeras de Pedro, provocando que todas y cada una de ellas abandonaran la sala ofendidas cuando su insultante dedo las señalaba, acompañado de un apelativo nada halagador.


Y cuando al fin logró que la sala se vaciara en tan sólo unos segundos, Pedro supo cuál era el verdadero motivo de su mal humor en cuanto el maldito pelirrojo exclamó orgulloso tras deshacerse de todas las actrices:

—¡Bien! Y ahora que hemos terminado los ensayos y que esas mujeres están lo suficientemente molestas como para no atosigarnos con sus coqueteos, durante un rato al menos, podemos ir a almorzar.


—¡¿Me has dejado sin actrices para este proyecto porque tenías hambre?! —gritó Pedro, perdiendo la compostura ante el poco tacto que mostraba su amigo en ocasiones y a propósito para fastidiar a los demás.


—No te preocupes: seguro que encontramos alguna buena actriz entre las chicas de primer año. Eso sí, procura hacerlo después de que haya saciado mi apetito o no puedo garantizarte que dure mucho tiempo — declaró Gustavo amigablemente, echando un brazo por encima de los hombros de su amigo mientras lo dirigía hacia la cafetería.




No hay comentarios:

Publicar un comentario