A la mañana siguiente alguien se puso a tocar impacientemente al timbre del lujoso apartamento de Pedro. Éste, pensando que posiblemente sería el molesto pelirrojo, que quería fastidiarlo, le abrió la puerta a su visita ataviado sólo con una toalla y una sonrisa, pero ésta no tardó en esfumarse de sus labios cuando al que recibió fue a un padre bastante cabreado que no dudó en pegarle un fuerte puñetazo en el estómago.
—¡Sedujiste a Paula, la dejaste embarazada y sola y no fuiste el hombre que ella necesitó ni el padre que Romeo requería! ¡Y ahora que vuelves a encontrarla, en vez de arreglar tu vida sólo piensas en llevártela a la cama! ¿Tienes algo que decir en tu defensa?
Ante unas palabras tan cargadas de razón, Pedro sólo pudo dedicarle una sonrisa irónica a ese hombre, sin tener muy claro si Bruno le reclamaba a él por su parte de culpa que tenía en toda esa historia o si se estaba torturando a sí mismo recordando los errores que había cometido en el pasado.
—En la cara no —fue la única respuesta que pudo dar antes de encajar un nuevo puñetazo.
—Lo sé…, la cara es lo más importante en un actor, por eso pienso golpearte donde no te deje marcas para mi película. Después de todo, eres el actor principal, aunque, para mí, después de tu comportamiento, eres un actor muerto —dijo amenazadoramente Bruno antes de abalanzarse sobre él.
Pedro, acostumbrado a los bruscos modales del irascible Gustavo, pudo evitar más de un puñetazo mientras rodaban por el suelo, al tiempo que logró encajarle alguno que otro a su contendiente, dejándolo sin aliento.
—Estoy confuso, Bruno, ¿me reprochas a mí mi mal comportamiento mientras te olvidas fácilmente del tuyo? ¡Tú no has sido menos sinvergüenza con Amalia que yo con Paula! ¡Y Paula es la viva prueba de ello! —exclamó Pedro cuando logró recuperar el aliento.
—¡Pero yo amaba a Amalia! ¡Aún la amo, y tú sólo estás jugando con mi hija!
—¿Por qué mierdas todos los que me rodean creen saber lo que siento y me dicen a quién debo o no amar? —inquirió Pedro furioso, devolviendo los golpes.
—¡Porque sé cómo eres: eres un frívolo actor que sólo busca fama, dinero, diversión y mujeres! —se quejó Bruno desde el suelo mientras él se alzaba recomponiendo su aspecto.
—No, no me conoces en absoluto. Nadie lo hace. Soy un actor tan espléndido y puedo llegar a interpretar tan bien mi papel que nadie puede distinguir cuándo he dejado el escenario que representa mi vida —dijo Pedro, tendiéndole la mano a un hombre que era muy parecido a él, aunque siguiera negándolo.
—Paula no es el tipo de mujer con el que jugar. Ella es…
—La única con la que dejo de actuar y soy yo mismo —declaró Pedro, consiguiendo que Bruno finalmente cogiera la mano que le tendía—. Yo nunca supe que tenía un hijo hasta que vi a Romeo. Si lo hubiera sabido, jamás me habría alejado de su vida. Decenas de malentendidos se interpusieron entre Paula y yo, y ahora que la vuelvo a tener a mi lado lo único que quiero es arreglarlo y aclararlo todo para no volver a perderla.
—Te entiendo… —comentó Bruno confuso, mesando nerviosamente los cabellos al verse en la misma situación que ese hombre.
Cuando soltó su mano, Pedro no vio ante él a un individuo dispuesto a reclamarle nada más, sino a un hombre bastante perdido. Más aún cuando vio cómo Paula salía del dormitorio para reprenderlo con una acusadora mirada por el daño que le había hecho a su madre.
—¿Qué puedo decirle para que me perdone? —preguntó Bruno, totalmente perdido, al hombre que tenía ante él, solicitándole ayuda para enfrentarse a su hija y a todas y cada una de las recriminaciones que le haría y que, seguramente, serían totalmente justas.
—Empieza por la verdad. Paula siempre ha detestado las mentiras y las falsas actuaciones, tanto en el escenario como en la vida.
Bruno, apretando los puños para darse fuerzas, alzó la mirada con decisión buscando los ojos de su hija.
—Yo fui un cabrón con tu madre… —comenzó a decir. Y, sabiendo que en esos instantes sobraba de un lugar en el que el protagonista era un hombre que, por primera vez en años, abría su corazón tanto para sí mismo como para su hija, Pedro se retiró.
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