jueves, 31 de diciembre de 2020

CAPÍTULO 33

 


—¿Se puede saber qué haces aquí? —increpó Pedro furioso, reprendiendo a Paula y su manera de aparecer en escena en el momento menos indicado.


—Mi madre aún sigue con gripe, así que tengo que sustituirla y encargarme de que todo salga bien en este trabajo.


—De acuerdo, pero mantente calladita y no toques nada —repuso él mientras le señalaba un rincón en el que se hallara lo suficientemente alejada como para no ponerlo nervioso, algo que ocurría sólo con que esa mujer estuviera en la misma habitación que él.


Mientras intentaba representar su escena de enamorado, con una gran luna de fondo, junto a una imagen del Big Ben y bajo una falsa llovizna, Pedro contemplaba desde el pequeño estudio de grabación a la única mujer a la que podían ir dirigidas esas palabras que tendría que dedicarle a otra mientras la cámara lo filmaba.


Para su desgracia, el anuncio que tenía que rodar correspondía a un caro perfume envasado en una botellita en forma de lágrima que se llamaba, precisamente, «Te amo».


Mientras intentaba parecer lo más realista posible en una escena en la que no sentía nada, sus ojos no paraban de mirar a la mujer a la que siempre iban dirigidas esas palabras, aunque se las dijera a otra. Con su traje, esta vez de un amarillo chillón con el que por poco no la echaron del lugar de filmación los supersticiosos miembros del equipo de rodaje, Paula no permanecía tan quieta como él le había sugerido, sino que se acercaba lentamente a la cámara y al guion del anuncio que él tenía que protagonizar, dos cosas que siempre la apasionarían más que la actuación.


Cuando Paula se encontró junto al director, no dejó de mirar por encima de su hombro, curioseando sus anotaciones y al final, tan impertinente como siempre, se permitió ofrecer alguna que otra sugerencia, con lo que consiguió únicamente ser reprendida y relegada de nuevo a la apartada pared donde Pedro la había enviado desde un principio.


Con un gran suspiro de resignación, la chica lo miró, y, cuando sus ojos se cruzaron, él no pudo evitar decirle esas palabras que siempre tendría grabadas en su corazón, sólo para ella:

—Te amo.


Su declaración fue lo suficientemente convincente para Paula, ya que la hizo sonrojarse, pero para la actriz principal, a la que no miraba en esos momentos, y para el director, que quiso repetir la escena una y otra vez, no sonó lo bastante creíble.


Mientras Pedro ensayaba con una sonrisa pensando que si sus palabras aún afectaban a Paula podría tener una oportunidad, todas sus esperanzas de acercarse a la mujer que amaba se esfumaron en cuanto apareció Daniela Morrison, recordándole que, a pesar de saber que era un error, la había elegido a ella para representar su escena de amor. Una elección de la que tendría que responsabilizarse.


La presencia de Daniela allí, según los cuchicheos que Pedro había oído de los integrantes del reparto, se debía a que había acudido como observadora antes de que se rodara la película que ella iba a protagonizar.


La vanidosa actriz no dudó en entrar en el plató como si éste le perteneciera y se colocó junto a Paula sin apartar sus ojos de Pedro, tal vez pretendiendo que él no pudiera evitar compararlas. Pero, al contrario de lo que Daniela pensaba, cada vez que Pedro las veía a las dos juntas solamente podía lamentarse por su equivocada elección, con la que había tratado de sustituir a la chica que quería con una bonita y conveniente distracción.


«Una última vez, un último intento para que acabes a mi lado. Y si en esta ocasión no funciona, dejaré de perseguirte…», se dijo Pedrodispuesto a correr tras Paula una vez más. Y, mientras planeaba cómo llegar hasta ella, simplemente siguió actuando.




 

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