jueves, 31 de diciembre de 2020

CAPÍTULO 96

 


Pedro contempló con una sonrisa satisfecha cómo se dirigía hacia él la mujer que amaba. Nervioso porque aún no sabía cómo contarle a Paula sus sospechas, quiso esquivar su mirada, pero se mantuvo firme porque, a pesar de los miedos y las dudas que podía tener sobre la reacción de Paula, también estaba impaciente por volver a tenerla entre sus brazos.


Justo cuando Paula estaba a punto de llegar a su lado, una mujer se interpuso en su camino. Él siguió dirigiendo su mirada sólo hacia Paula mientras componía su falsa máscara para todos los demás, intentando brindarle a la joven el valor que necesitaba para estar a su lado. Pero los pasos de ella vacilaron y, una vez más, Paula retrocedió hasta volver a ocupar el apartado rincón donde ella misma había decidido esconderse sin luchar por su amor.


Lidia Shane, la actriz principal de la película, volvió a colgarse de su brazo como un bonito complemento a su actuación. Y Paula los contempló desde lejos, queriendo gritar que la mujer a la que Pedro amaba era ella, pero tal vez porque aún no tenía la suficiente confianza en sí misma o porque todavía no creía que las palabras que él siempre le dedicaba fueran ciertas, Paula se mantuvo en silencio.


Los ojos de Pedro la contemplaron molesto porque ella no luchara como él hacía, y ella desvió los ojos sintiéndose culpable y perdida, sin saber qué hacer con el amor de un hombre que siempre sería amado por demasiadas mujeres y que un día podría olvidarla con suma facilidad.


Entre las dudas de ambos, las preguntas sobre la relación de esos dos actores comenzaron a alzarse, ignorando la presencia de Paula, que era alguien tan común que todos la ignoraban sin darle ningún papel en la vida de ese actor. Una vez más, la joven era desdeñada por todos y se escondía intentando dar un paso atrás en la confusa relación que mantenía con Pedro.


Cuando él avanzó hacia ella con decisión, dispuesto a sacarla a la luz como su amante, la madre de su hijo, la mujer a la que amaba y la chica que siempre guardaría en su corazón, los turbios rumores que lo rodeaban volvieron a sonar, complicándolo todo.


—Hace años hubo habladurías sobre la posibilidad de que fueseis algo más que simples compañeros, incluso se habló de un posible compromiso. Ahora que habéis vuelto a encontraros…, ¿vais a casaros? —preguntó con entusiasmo una fan de los dos actores, dándole pie a Lidia para volver a su planificada actuación.


Y los ojos de Paula, que siempre veían más allá del actor que Pedro representaba, captaron cómo su mirada la esquivaba ante esa pregunta, confirmando qué partes de la farsa que representaban había sido verdad.


Cerrando los ojos entre dolorida y furiosa por descubrir lo fácilmente que ese hombre la había olvidado en el pasado entre los brazos de otra mujer mientras juraba amarla, se enfrentó a él y a esa falsa máscara de la que nunca se desprendía ante nada ni nadie, ni siquiera ante él mismo.


—¿A quién ama en verdad Pedro Alfonso? —preguntó Paula cínicamente en voz alta, sorprendiendo a la multitud, mientras permanecía apoyada contra la pared a la que todos la habían relegado.


—A una mujer que no tiene el valor de reclamar mi corazón —le contestó él, fijando sus ojos en ella para luego desprenderse de los brazos de Lidia, que todavía intentaban aferrarlo a su lado, y avanzar hacia Paula determinado a acortar la distancia que había entre ambos.


Al ver esos decididos ojos que la reclamaban, ella intentó no huir de sus miedos y permanecer en su lugar, pero cuando los murmullos comenzaron a levantarse a su alrededor, no le fue tan fácil esperar a que Pedro llegara a su lado.


—¿Quién es esa mujer?


—Creo que Pedro la ha besado delante de la prensa…


—Ya se sabe lo cariñoso que es Pedro con algunas de sus fans, no será la primera desconocida que besa delante de todos…


—Ni la última a la que declara su amor…


—¿Quién eres tú en la vida de Pedro Alfonso? —inquirió Lidia, corriendo tras Pedro como ella no se atrevía a hacer y agarrándolo de nuevo mientras se enfrentaba con malicia a Paula.


La herida que habían abierto en ella los rumores que estaba oyendo acerca de la despreocupada vida de ese actor la dejó sin fuerzas para reclamar algo de un hombre en cuyas palabras no sabía si creer.


—Yo no soy nadie en la vida de Pedro Alfonso, sólo una mera espectadora de lo buen actor que en ocasiones puede llegar a ser, tanto delante como detrás de las cámaras… —contestó antes de alejarse de ese dudoso hombre.


Los ojos de Pedro siguieron los pasos de Paula, furioso consigo mismo porque las estupideces que había cometido en el pasado le pasaran ahora factura; furioso también con Paula, porque no fuera capaz de creerlo o de luchar por él, y con miedo a que las escenas que se desarrollaban en su historia de amor lo llevaran a perderla de nuevo.


—No soy tan buen actor —susurró para sí mientras se desprendía de las garras de esa avariciosa actriz y le advertía con la mirada que no permitiría que jugara de nuevo con su vida y que era él quien reescribiría en esta ocasión el propio guion de su historia.


Luego, mirando el lugar vacío que había dejado Paula, tanto a su lado como en su corazón, sólo pudo volver a sonreír falsamente ante todos. Y, colocándose una vez más su perpetua máscara, volvió a interpretar un papel y a simular que no ocurría nada, cuando la verdad era que le estaban rompiendo el corazón de nuevo, dejándolo solo.




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