jueves, 31 de diciembre de 2020

CAPÍTULO 102

 


Pedro observaba a su agente con recelo. No estaba seguro de si creer en las palabras de Gustavo y en las dudas que su amigo había introducido en su cabeza sobre esa mujer. Sabía lo despiadada que podía llegar a ser Felicitas en su afán por llevarlo a la fama, pero, recordando sus principios, admitió que eso era lo que hacía falta para alcanzar la cima. Felicitas había sido su apoyo en esa ciudad desde que llegó sin nada que lo respaldara más que un bonito rostro y una interpretación decente, una interpretación que nunca destacaría demasiado entre las brillantes estrellas que ya tenían su lugar en Hollywood.


Felicitas había sido la persona que siempre había estado allí para él cuando todos le cerraban las puertas, la mujer que lo alentó siempre a ser mejor, la que no permitió que se hundiera cuando otros querían destruirlo por envidia, la que despejó todos sus caminos para que él pudiera tener la oportunidad de brillar en la pantalla.


Felicitas había creado al actor que ahora era, le había concedido su resplandeciente brillo y le había encontrado un lugar en Hollywood. Pero en muchas ocasiones, como hacían todos, se había olvidado del hombre que había detrás del actor.


Lo inquietaba la posibilidad de que su agente, que había arrojado a un lado esas cartas que él nunca revisaba, hubiera apartado a la mujer que amaba de su vida, no inconscientemente, sino con premeditación y con la única idea en mente de retirarla de su camino. A Pedro le quitaba el sueño que Felicitas hubiera tenido noticia de todos esos momentos importantes que le estaba robando de la vida de su hijo y, aun así, hubiera seguido adelante, escudándose en que era lo mejor para su carrera.


Le preocupaba que ella siguiera creyendo que Paula era un obstáculo o una amenaza en su vida y que fuera la persona que había intentado hacerle daño a la mujer que amaba y que, a pesar de sus advertencias, todavía persistiera en perjudicarla. Tal vez una mujer como Felicitas no tuviera piedad a la hora de deshacerse de Paula y él no podría evitar que le hicieran daño.


Por ahora, Pedro había logrado evitar los obvios y burdos intentos de su agente de emparejarlo con su antigua amante, aunque no había podido evitar que Paula se alejara recelosa de él cuando los veía juntos ni que los curiosos de Hollywood especularan con su situación, sacando a relucir su antigua relación con la vanidosa actriz.


Aunque las sospechas de Pedro hacia Felicitas se relajaron un poco cuando ella dejó de intentar manipularlo y empujarlo hacia los brazos de otra mujer y se centró finalmente en ayudarlo a estar junto a la mujer que él amaba.


—¿Tienes una copia del guion de Paula? Creo que esa chica tiene talento y podría tener un futuro prometedor como guionista. Me gustaría echarle un cable —anunció despreocupadamente Felicitas mientras le tendía una botella de agua tras acabar de rodar la última escena del día.


—¿De verdad lo crees? —preguntó Pedro, emocionado ante la posibilidad de poder eliminar alguna de las barreras que todavía se levantaban entre ellos ayudando a Paula a cumplir sus sueños.


—Sí, parece que esa chica te importa mucho, y yo tal vez haya cometido algún error con ella sin saber lo importante que era en tu vida. Ahora que lo sé, no puedo hacer menos que ayudarla con su guion.


—No tengo ninguna copia, pero ahora mismo voy a pedirle una. ¡Verás lo contenta que se pone con la noticia! ¿Sabes que ese guion es su mayor sueño? —manifestó él excitado.


Pedro, será mejor que te limites a pedirle una copia de su guion y que no le des falsas esperanzas: ya sabes lo difícil que es triunfar en Hollywood y lo doloroso que es cuando caes —repuso Felicitas, recordándole cada una de sus amargas caídas al intentar escalar hacia la fama.


—Tienes razón… Bueno, pues le diré simplemente que quiero leerlo. ¡Muchas gracias por todo lo que estás haciendo, Felicitas!


—¡Oh, no hace falta que me las des! Pero prométeme que, si consigo llevar ese guion al cine, tú serás el actor principal.


—Por supuesto, pero ¿tú crees que llegará tan alto?


—¡Oh, sí! Tú déjalo todo en mis manos, que yo voy a hacer que esa chica llegue bien arriba… —anunció ella, provocando que Pedro se marchara emocionado para hablar con Paula sobre su guion.


Y, mientras Felicitas contemplaba a la amorosa pareja, a sus labios asomó una despiadada sonrisa mientras murmuraba para sí lo que le esperaba a esa chica y su fastidioso guion:

—Vas a subir muy alto, Paula Chaves, para luego caer en picado y darte de bruces contra la dura realidad.




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