jueves, 31 de diciembre de 2020

CAPÍTULO 19

 


De pronto, la ardiente mujer que había tenido entre mis brazos ya no estaba allí. 


La fuerte chica que había exigido mi pasión, la mala actriz que había querido jugar conmigo había desaparecido y esos desafiantes ojos que, por un momento, llegaron a coquetear conmigo sabiéndose y sintiéndose hermosa, se habían alejado de mí llenos de lágrimas.


No conseguía comprender la causa de esas lágrimas y de ese cambio, hasta que oí los cuchicheos que comparaban la belleza de Paula con la de su madre, ignorando que la hija podía opacar la hermosura de su madre con su simple inocencia y su fuerte carácter, volviéndola más atractiva para cualquiera que la falsa apariencia que Amalia Chaves mostraba ante todos, igual que me sucedía a mí.


Negando con la cabeza ante la necedad de esos rumores, me volví hacia ella pensando que Paula no podía ser tan necia como para creerse esos estúpidos chismes, pero cuando la vi limpiarse bruscamente las lágrimas y arruinando su disfraz haciendo que se le corriera el maquillaje con el que pretendía esconderse de todos, supe que ella así lo creía.


Sus desafiantes ojos me dijeron con ese burdo gesto que pensaba poner fin a nuestro juego, algo que corroboraron sus actos cuando, tan cobarde como siempre, Paula salió corriendo para esconderse de todos, escudándose en la mentira que acababa de oír. Pero en esta ocasión yo corrí detrás de ella, porque Paula podría ocultarse de todos los demás, pero nunca podría hacerlo de mí.




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